domingo, 2 de septiembre de 2012

¡Canarias se quema!

                     ¡Canarias se quema!






   Los incendios en las islas sólo son la expresión más caliente: destructiva metáfora de la angustiosa realidad de nuestra sociedad. El Gobierno español, abatido por su propio endeudamiento, la falta de liderazgo político e impopularidad y el chantaje europeo, traslada el ánimo a la política colonial relegando las necesidades de Canarias a la de cualquier parte de su auténtico territorio -como es lógico- y ninguneando al Gobierno canario.

   Las excusas de sus ministros y la cicatera disposición de medios aéreos del Estado para con La Gomera en el incendio del Parque "Nacional" de Garajonay, comparativamente gravosa a la prestada al Parque Nacional de Doña Ana que, siendo un sexto de la superficie afectada en la Gomera, destinaron más medios y aeronaves, pone a las claras lo estéril de la sumisa lealtad institucional, del cumplimiento del límite de déficit en esta crisis eterna y otras tantas renuncias impuestas a este Pueblo, mientras que el presidente Rivero se desgañita con titulares mediáticos, pero sin los suficientes arrestos para dar el necesario "puñetazo" donde haya que darlo.

   Contrasta la actitud española con el gesto de Marruecos. La directiva del Rey Mohamed VI y su Gobierno, conscientes del momento difícil de los incendios y el alto riesgo para las personas y el patrimonio natural de las islas, ha creído un deber prestar desinteresadamente ayuda poniendo a disposición del operativo canario dos hidroaviones. Una muestra más de la generosidad de los marroquíes -de sobrada precedencia- que trasciende del hecho puntual y humanitario; expresa la clara voluntad de naturalizar una relación "sobrevenida" cumpliendo con la hoja de ruta del entendimiento, la cooperación y el bienestar con quiénes compartimos geografía, identidad e historia.

   Aunque existan agravios de mayor trascendencia, por humanamente dramáticos, los incendios de La Palma, Tenerife y La Gomera; esta última con más de 4.000 hectáreas quemadas y la ruina de personas y economía local; ilustran con la fuerza del fuego, la incapacidad española y lo anacrónico de nuestra dependencia. Son estos momentos los que ponen en evidencia que Canarias y los canarios tenemos la necesidad vital de tomar nuestras propias decisiones. La preservación de nuestro medio natural y territorial es consustancial con nuestros ineludibles derechos nacionales y si, este Gobierno canario es incapaz de demandarlos, otros tendrán que asumir tal responsabilidad, sin complejos y sin miedo.

  Debemos exigir ¡ya! el control y la titularidad para que verdaderamente sean Parques Nacionales, gestionados por la propia administración canaria, e inexcusablemente tener el dispositivo suficiente, tanto aéreo como terrestre, de capacidad operativa archipielágica. Menos UME y más estructuras canarias de carácter civil, que se complementen con la Policía Canaria -denostada tendenciosamente por quienes pretenden preservar el status colonial- que comprenda una división especializada en catástrofes naturales y humanitarias, como la de los incendios. Es una deuda contraída con todos las victimas habidas en las islas y, especialmente, con aquellas veinte personas que en La Gomera perecieron en el incendio del 11 de septiembre de 1984. Una fecha que contabiliza un vergonzoso retraso en los medios necesarios de veintiocho años.

   La colonialidad de las islas prende infinidad de focos: la pobreza, el paro, el expolio de las entidades financieras, las implacables recaudaciones tributarias y de la seguridad social, y el subyugante trato español que nos va quitando lo poco que tenemos, hasta la humillación de los certificados de residencia para viajar; quemando cualquier certidumbre de nuestras gentes. Si seguimos acobardados esperando al "gestor" de la libertad que nuestro Pueblo debe ejercitar, sólo nos quedará social, económica y medioambientalmente un incinerado paisaje de tiznado color producto del pirómano
Estado español.
Por Tomás Quintana, secretario general del FREPIC-AWAÑAK